La genialidad con normalidad
La proximidad del talento

La fotografia de Albert Guinovart es de David Ruano

Unos centenares de personas tuvimos el sábado 10 de enero la oportunidad de que un genio nos presentara su última creación.
En el incomparable prisma de madera de la Sala Pau Casals del Auditori de Barcelona, Albert Guinovart presentaba "El lament de la terra". Por encima del soberbio concierto, completado por unas variaciones para violoncelo de Tchaikovski interpretadas por el virtuoso Adolfo Gutiérrez Arenas, y por una genial interpretación de Sheherazade por toda la OBC dirigida por Roberto Minczuk, nos sorprendió la entrañable cordialidad con la que el maestro Guinovart nos describió su nueva obra, y como nos avanzó unos compases con el piano.
Ante la imposibilidad para los neófitos de comprender la complejidad de componer una pieza para orquesta, sólo nos queda la posibilidad de emocionarnos.
Estamos acostumbrados a crear dioses, que a menudo asumen su nueva condición con presteza. En el fútbol, en los negocios, en muchos ámbitos de nuestra vida, marcada por la búsqueda del éxito.

Por eso cuando un maestro muestra su naturalidad nos sorprende.
Quizás esta naturalidad se traslada a su música.
Quizás por eso nos emociona.

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