Los alegres chicos del power point
Honestidad en una diapositiva
En los buenos tiempos se dijo que el Power Point era el diablo. Todo el mundo podía hacer realidad el viejo dicho de que “el papel todo lo aguanta”, utilizando esta herramienta demoníaca que todo lo pinta y todo lo camufla. Más tarde, el uso del power point se extendió desde los ordenadores del populacho a ámbitos tan selectos como la directiva postyuppie del Barça – cuando Laporta, Rosell y Sorino aún compartían proyecto- que llegó a ser conocida como la “directiva power point”. Hoy por hoy, la herramienta se ha pervertido tanto que ya existen “países power point”, al estilo de Grecia y Hungría, que pintan sus cuentas con los colores Alpino del engaño a la Unión Europea.

En aquellos tiempos – que ahora parecen pretéritos y no lo son tanto- también se debatía encarnizadamente si la tecnología era o no importante. A fecha de hoy, la conclusión prácticamente unánime es que no solamente lo es, sino que resulta del todo imprescindible (*). El problema, como antes y como siempre, es el uso que se hace de ella. He ahí, pues, porque el power point - que pobrecillo no tiene ninguna culpa- continúa siendo el diablo: es que ahora, los gobiernos incluso lo utilizan para falsear la realidad y trasladar a la economía la frase futbolística de “echar la pelota hacia adelante”.

En cualquier caso, el uso del power point ha pasado de ser una anécdota a considerarse una categoría. ¿Puede ser, entonces, que el problema sea aún mayor y, la nuestra, sea una “realidad power point”? ¿Era sólo power point el estado del bienestar? ¿Lo era la bonanza económica? ¿Lo era el paradigma “quien-no-tiene-segunda residencia-y-un-4X4-no-es nadie”? ¿Es tan profundo el bache que a corto plazo no se lo saltará ni media Europa? ¿Acabará por hundirse el euro y volveremos a caer en África, expulsados del furgón de cola de Europa? ¿Era todo una tomadura de pelo, muy bien presentada?

Y como dicen que no hay respuestas malas, sino sólo preguntas mal formuladas, planteamos alguna más: ¿es también power point el sentido de la responsabilidad de la oposición en España y en Catalunya, queriendo aparentar que la resolución de la crisis no es cosa de ellos? ¿es ayudar al país querer ignorar que Europa está a punto de hundirse? ¿es admisible que los gobernantes nos embauquen en asuntos tan sagrados como las cuentas públicas? ¿necesitaremos líderes de veras que, sin power point de mentirijillas, depositen la honestidad en su persona y su compromiso y no en tecnología sólo de escaparate?

(*) "La tecnología transforma radicalmente cómo hacemos lo que hacemos, y, cada vez más, facilita hacer cosas que no hacíamos. Transforma el cómo, el qué, el dónde, el cuándo, el cuánto, y acabará definiendo el por qué", como dice Alfons Cornella (Visionomics, Libros Infonomia, Barcelona, 2010).

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