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i em fas una abraçada
que parla de la ràbia i les ganes d'estar bé,
ens hem de veure més, la resta tant se val,
i brindem per nosaltres i els de dalt.
Saliendo de la ducha, se puso con agilidad el albornoz que colgaba de la puerta del baño. Poco a poco iba viendo más detalles de la imagen de su cara en el espejo, que rápidamente expulsaba el exceso de humedad. Decidió no afeitarse, pese a la comida de Navidad que tenía en unas horas.
Se puso los auriculares y enseguida oyó a su compañero de viaje. Hacía unos meses que en el trabajo le habían dado una licencia de "Presence". En principio era para ayudarle a trabajar de manera más eficiente, evitándole tareas rutinarias y dándole más tiempo para pensar. Sin embargo, después se había convertido en una ayuda constante, una voz siempre presente.
- Parece que no te apetece ir a la comida…
- No, Sinatra, no me apetece demasiado, la verdad.
Cuando le preguntaron con qué nombre quería dirigirse a la unidad "Presence", pensó que no había mejor nombre por una voz que Sinatra…
- ¿Y entonces? ¿Preferirías quedarte en casa en Navidad, viendo una peli? Va hombre…
- No, si ya tienes razón, ya.
- Pero ya sabes que yo siempre tengo un plan preparado.
- No tengo ninguna duda, Sinatra.
- Sólo tienes que abrir la última ventana del calendario de adviento. Te encantará.
Hoy tocaba la última. Cada día de diciembre, la ventana del calendario le había ayudado a estar mejor. El dolor de cabeza que a veces le torturaba había desaparecido, no había sufrido ningún resfriado durante el mes, menos molestias después del deporte, más claridad mental, mejor descanso… Parecía magia.
- La verdad es que me siento fantástico, Sinatra. ¿Qué me has hecho?
- Prepararte los nutrientes que necesitabas. Nada más.
- ¿Nutrientes?
- Sí, pura química.
- ¿No me estarás drogando, verdad, Sinatra?
- Quiero que estés perfecto, que seas la mejor versión de ti mismo. Desde fuera todo se ve más fácil. Sabía cómo arreglarlo. Por eso encargué este calendario, hecho especialmente para ti. No sufras, ninguna sustancia adictiva, si quieres decir esto.
Abrió el cartón con facilidad, y tragó la almendra que se encontró bajo el número 24. Un sabor exquisito, ligeramente salado.
Camino de la comida notó cómo todo se despejaba, las nubes oscuras de los malos recuerdos se fundían, y las ganas de pasar un buen rato crecían a cada paso. Amaba a cada una de las personas que estarían en la mesa, con todas sus diversidades. Miró hacia el cielo. Los de arriba también estarían, de algún modo.
Cuando le abrieron la puerta, entró con una sonrisa, y un sincero Feliz Navidad.