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Not if we all hold each other as we roam
(…) And after everything you've given me
I'm not hurting anymore
A pesar de los avances científicos de los últimos años, y la incorporación de la inteligencia artificial en los procesos de diagnóstico y tratamiento, nada era eterno.
Recordaba cuando, hacía unos meses, le habían comunicado la noticia de que esta enfermedad acabaría con él.
Lo más duro del proceso, más allá del desgaste y el sufrimiento físico, había sido afrontar que no podría continuar con los suyos. No le tocaba, según los datos de esperanza de vida, si es que lo de morir hay algún momento en que toque.
Comenzó a informarse sobre el proceso de marcharse, descubriendo el tratamiento de una empresa emergente, con un crecimiento muy pronunciado, como en la mayoría de los casos en que la hipótesis de innovación satisfacía con creces la necesidad.
La solución se llamaba "Presence". A diferencia de otras soluciones robóticas homomórficas, Presence era una solución software, ubicua, disponible en la nube, desde cualquier dispositivo conectado a internet.
Ahora llevaba semanas compartiendo el día a día con su Presencia. Comenzó como un apoyo psicológico en el proceso de aceptación de la muerte, pero su punto de partida era extraordinariamente profundo. El proceso previo recogía toda la información disponible de la persona, a través de las redes, de sus conocidos, del propio conocimiento que proporcionaba el anfitrión.
Te encontrabas, pues, ante una presencia que ya de entrada te conocía bien, y que era un apoyo amable al proceso de aceptar el final de la vida. A su vez, era dejar el legado para siempre. Durante los meses de convivencia, la solución se preparaba para convertirse en tu voz, cuando tú ya no estuvieras allí. Los recuerdos, los detalles, poco a poco generaban una copia de tu legado, para siempre.
Así, los hijos, la mujer, el resto de la familia y los amigos podrían invocarte cuando te necesitaran. Que no nos engañemos, sería cada vez menos a menudo.
La vida marca su ritmo, y un software nunca será algo más que un software… pero ayudaría en el momento del traspaso.
De hecho, con la presencia, al que él llamaba la Voz, ya habían acordado que hoy sería el día. El último. Incluso le ayudó a preparar un combinado de fármacos que, suavemente, le llevarían a la muerte. Y en ese momento, él, la Voz, tomaría el relevo.
Después de despedirse de los íntimos, apuró las últimas gotas del vaso de agua que enviaron las pastillas hacia su estómago.
Pronto su conciencia se desvaneció.
La Voz estuvo allí ya para siempre.