La esencia
Mantener lo esencial

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¿Hasta dónde llegaremos en aras de la reducción de costes?
Las empresas, pero también los países están inmersos en una lucha por reducir los gastos. Pero cuando ya llevan más de dos años de grandes recortes cada vez se hace más difícil escoger el lugar dónde clavar las tijeras.

Como los polos contrarios se atraen, podríamos comparar esta decisión con otra, mucho más positiva y de futuro, como la de dónde poner los límites de la innovación. Como en todo, no hay una receta mágica, pero el sentido común nos dice que aun cuando todas las técnicas creativas apuestan por pensar de entrada sin barreras, la lógica debe recoger después los frutos de la creatividad para centrarlos en la viabilidad. Estos procesos de dispersión seguidos de fases de concreción nos deberían llevar a una redefinición razonable de lo que queremos ser, aprovechando todo lo que sabemos hacer, y sin perder la esencia de lo que somos.

Y no nos engañemos, nuestros valores son la esencia de la compañía. No podemos dejar de ser nosotros mismos, puesto que dejaremos de tener sentido para nuestros clientes, para nuestros empleados. Si una empresa pierde el alma, dejará de ser percibida como diferente por el mercado, y pasará a hundirse en el barro de la lucha sangrienta por el mejor precio. Es ir a morir.

Del mismo modo, un país no puede dejar de ser quien es. No es un problema de costes. Es un problema de valores.
No olvidemos que son las emociones las que mueven a las personas. Y si perdemos la ilusión por luchar por nuestra compañía o por nuestro país, no tendremos una buena salida de la crisis. No nos engañemos: sólo recortando no lo arreglaremos.
Alguien debe pensar en crear, y sólo la emoción estimula la creatividad.

No recortéis vuestra esencia o lo perderéis todo.

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