No será, esta, una Navidad normal.
Llevamos meses en estado de shock, desde la irrupción de las porras en nuestros colegios, y estoy convencido de que, como me ocurre a mí, todos estamos reviviendo momentos de hace muchos años, que creíamos olvidados.
Leyendo una noticia sobre la prohibición de lucir lazos amarillos cerca de los colegios, recordaba cuando iba a la escuela, una vez muerto Franco, con un adhesivo de “Volem l'Estatut” que me enganchaba en una parca de la época . Y me volvió a la mente claramente un día, en que un niño al que ya no pongo cara, me lo arrancó y se lo llevó. Al llegar a casa, le pedí a mi madre otro.
- ¿Qué ha pasado, Ignasi?
- Nada... Me lo han quitado...
- ¿Y quieres otro?
- Sí
Y continué llevando el adhesivo, esta vez hasta que estuvo ya muy estropeado.
Y ahora seguimos.
Ya harto de que se judicialicen las ideas.
Harto de la recomendación de aparentar neutralidad que representa de facto la aceptación de la violencia y del poder de la fuerza.
Lo que estamos defendiendo es la soberanía.
El derecho a decidir por nosotros mismos.
Y no nos creemos ni mejores ni peores que otros.
Ni más ni menos valiosos.
Pero neadie puede negarnos la capacidad de escoger el futuro que queremos. También para nuestros hijos.
Y es evidente que muchas cosas no nos gustan, desde hace tiempo, como demuestran los movimientos del 15M y las manifestaciones masivas.
Por la Europa desaparecida para los refugiados.
Por la aceptación del machismo.
Por el consentimiento a la guerra y al uso de la violencia.
Por la impunidad del fraude sistémico.
Por la utilización del poder público para el beneficio particular.
Por el reparto de poder económico y político entre los herederos designados.
Y entiendo, también, que da miedo.
Porque el cambio siempre da miedo.
Miedo a perder lo que tienes.
Cuando la realidad es que no tienes nada, si tienes miedo.
Y que si hoy permites la injusticia, mañana te tocará a ti.
De hecho, te tocará seguro, ya que utilizarán tu miedo para mantenerte dentro de la celda.
Y quizás sea ingenuo creer que es necesario reaccionar pacíficamente delante de lo que consideramos injusto.
Pero soy así.
Somos así.
Y este Niño que nace por Navidad, su sociedad lo crucificó por molesto.
La omnipresencia del uso de la violencia para imponerse.
Veré a miles como yo, decía la canción, que van venciendo el miedo.
Feliz Navidad y un 2018 lleno de promesas.