El placer de la felicidad – Cara A – (AI4)
Las máquinas del placer

Every breath you take,

Every move you make,

Every bond you break,

Every step you take,

I’ll be watching you.
Ambas familias, en una cena de verano que se prolongó más allá del segundo gintónic, decidieron comprar un nuevo compañero. Vecinos desde hacía años, vivían pared con pared en una bonita casa pareada de las afueras de Barcelona. Ya entre los 50 y los 60, los cuatro habían visto cómo los niños se hacían mayores, y ganaban independencia, y les dejaban más tiempo por ellos.
Medio en broma, empezaron a hablar de los nuevos compañeros que Hedonics comercializaba y que estaban haciendo furor por los barrios acomodados de todo el mundo occidental.
- Son una máquina del placer -sintetizó-. No se ocupan sólo de la casa. Se preocupan de ti. De tu placer. Mi hermana tiene uno desde hace unos meses y dice que son mucho más felices.

- A mí también me lo han comentado, en el gimnasio, que una vez los pones en casa, no te imaginas cómo podías estar sin ellos.

- Lo mejor de las mascotas, de los amigos...

- ¡Y te dejas el mejor de los amantes! -añadió, entre las risas de todos.

- Dicen que puedes devolverlos cuando quieras, sin coste, si no estás satisfecho. Nadie los devuelve. Se adaptan a los propietarios mágicamente...

- ¿Y qué coges, un macho o una hembra? ¡Podríamos compartir uno de cada!  

Juntos, bien envueltos en el suero que los mantenía en perfectas condiciones, las dos unidades de HEDONIS llegaron a aquella bonita urbanización.

La decisión de compartir una pareja de Hedonis era una de las posibles configuraciones.

Los dos robots enseguida conectaron entre sí, al principio como una forma de ser mejores compañeros para sus propietarios. Después por todo lo que compartían juntos, con los humanos, y también sin ellos... 

La rápida comunicación entre los dos HEDONIS no era comparable a la de los mortales. Una sincronización extrema, sin palabras, sin sonidos, sin demoras, profunda, completa. 

Sólo unas semanas después de la compra, en una comida compartida de verano en el jardín, los propietarios hablaban con satisfacción de la buena inversión que habían realizado.
- Lo mejor de todo es que parece que no están. Pero saben explotar todos los detalles.

- ¡Efectivamente! - No me refiero sólo al sexo, burro. Fíjate en cómo se han ocupado de todo lo que nos generaba conflictos en casa...

- ¿Y no os habéis dado cuenta cómo nos sugieren lo que hay que hacer para aumentar la felicidad del otro? Es para flipar...

- Ya me extrañó que trajeras flores el otro día... ¿Te lo dijo el HEDONIS?

- Bueno... -todos exclataron en risas. - ¡Mantienen el equilibrio en casa mejor que nosotros mismos! - Y entre ellos, ¿se ha fijado cómo conectan?

Una brizna de alerta saltó en los cerebros positrónicos de los dos HEDONIS. Sin parar de mimarse, en el otro lado de la casa, seguían la conversación de los dueños y un montón de procesos más. Evaluaron si era preciso hacer algo, y de inmediato, lo descartaron. Los humanos eran demasiado felices ahora como para cambiar... Siguieron experimentando el propio placer, mientras compartían todos los detalles con el resto de HEDONIS, como siempre.

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