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El caso de la WM0455/3B/OWM, llamada Sira, tenía a Júlia encaparrada.
No acababa de encontrar ninguna justificación algorítmica clara para que la unidad perdiera rendimiento.
Pero era evidente que dudaba, y mucho, entre las posibles decisiones que tomar.
Mientras estaba tutelada por Andreu, su comportamiento no tenía estas lagunas. Los datos mostraban, de hecho, una rapidez en los cálculos, procesos de análisis, decisiones, superiores a otras unidades de la serie.
A partir del momento en que Larry empezó a trabajar con ella, aparecieron unos picos de demanda de energía que mostraban que algo no funcionaba en el cerebro positrónico de Sira.
El análisis de las comunicaciones mostró incluso algunos intentos de Sira de contactar con Andreu, para resolver estas indecisiones. Andrés la dirigió hacia Larry, lógicamente, para todos los temas de trabajo... El resto de comunicaciones con Andreu, frecuentes, intensas, no suponían ningún peso relevante en el esfuerzo computacional de la unidad.
Tenía que ser, pues, alguna discrepancia entre los criterios que antes recibía de Andreu, y los que ahora recibía de Larry. Quizás su recuerdo, la influencia del mentor, tenía un peso en el proceso de decisión de Sira que provocaba, en algunos casos, una ligera interferencia en las instrucciones recibidas de Larry.
Lo añoraba, pensó mientras cogía la botella de agua con una sonrisa.
Añoraba sus decisiones, su guía. Quizá también echaba de menos el apoyo, la seguridad que le daba el anterior mentor.
Se centró en esa línea.
El análisis de las conversaciones con el nuevo mentor, Larry, mostraron estas inconsistencias.
Andreu resolvía algunas consultas permitiendo más coste para la empresa, a cambio de más prestaciones en el producto solicitado y de mayor satisfacción del cliente final.
Larry era el rey de la eficiencia. Siempre conseguía los márgenes más altos, ciertamente con más reclamaciones.
El conflicto de interés en que se encontraba Sira era para ella insalvable. No podía borrar años de aprendizaje sólo por una instrucción del recién llegado. Demasiado difícil desaprender. También para un robot.
Decidió recomendar un cambio de unidad o un reset.
No existía un mal comportamiento, simplemente no podría adaptarse tan rápido como el nuevo mentor quería.
Seguro que la compañía fabricante aprovecharía para colocar una nueva unidad con más prestaciones e intentaría vincular a Sira con el antiguo mentor... Ya le habían llegado otros casos similares, pero así todo el mundo acababa contento.
Era complejo para los robots comportarse a gusto de todos. Imposible.
También nos ocurre a los humanos.
Creo que en estas historias de robots carecen de un par de componentes esenciales en las comunicaciones entre humanos: el sexo y la muerte.
Si los robots de la serie hedonios son tan atentos a las necesidades de los humanos entonces deberían tener capacidad de dar placer sexual. Y también deberían tener miedo por las enfermedades y sobre todo por la muerte de su propietario. Eros y Thanatos, que decía aquél.
Esto abre la puerta a una reflexión sobre el comportamiento humano. ¿Se preferirán las relaciones con robots a las relaciones entre humanos?
Gracias por tu tiempo Joan Albert y por el esfuerzo de comentar.
En otros capítulos de la serie hemos tratado el tema del sexo, por ejemplo en el AI4, y el tema de la muerte en el AI3… ¡pero seguro que podemos atacarlo desde más puntos de vista!
¡Comentamos y hagamos crecer la saga!
Sobre lo que dices, de si se preferirán relaciones con robots o con humanos, siempre acabo eligiendo el camino de en medio. Para según que, humanos, para según que, máquinas.
¿Seremos capaces de convivir y hacer un mundo mejor? ¿O desperdiciaremos una oportunidad de encontrar un encaje mágico?
Lo veremos...
Los mejores deseos para ti y tu familia, y seguimos ahondando en el tema, que me encantará contar con tu riqueza de conocimiento y pensamiento.
Un abrazo